El impacto ambiental de la energía eólica por José Santamarta

La energía eólica es una alternativa clara al cambio climático, a las lluvias ácidas, a los residuos radiactivos y a la pérdida de diversidad biológica, es ya competitiva, aportará unos 20.000 megavatios en España para el año 2010 y 45.000 MW en 2020.

Cuando se aborda el impacto ambiental de una fuente de energía ha de estudiarse el ciclo completo y analizar todas las repercusiones. Entre todas las fuentes energéticas, la eólica, junto con la solar directa (termosolar y solar termoeléctrica), es la menos dañina para el medio ambiente y la más beneficiosa en términos sociales y económicos, pues genera empleo, innovación tecnológica y reduce el déficit comercial.

Los impactos sobre el paisaje y la avifauna son pequeños, o ínfimos. Mueren cientos de veces más aves estrelladas contra las ventanas que en los parques eólicos, que ocasionan una mortalidad ínfima: un ave cada diez años por aerogenerador de última generación. ¿Por qué esos "conservacionistas" no hacen nada contra las ventanas?

Si quieren proteger las aves, que pidan la eliminación de la caza, la desaparición de las ventanas de vidrio transparentes, el cierre de las carreteras (los atropellos ocasionan cientos de veces más muertes que los aerogeneradores) pero que dejen en paz a los parques eólicos.

En cuanto al paisaje, es cuestión de percepciones. Para muchos es una visión de sostenibilidad, modernidad, empleo y paz, porque en todos los lugares hay viento y nadie muere por los recursos eólicos, a diferencia del petróleo, y todas las guerras que directa o indirectamente ha provocado, y no sirven para hacer bombas nucleares (seguro que ellos prefieren Chernóbil, el Irán nuclear o Corea del Norte).

Los grupos conservacionistas, que con tan buena voluntad y tanta ignorancia critican el desarrollo de la eólica, harían bien en destinar sus esfuerzos a otros enemigos infinitamente más dañinos para el medio ambiente. Para ciertas asociaciones y algunas publicaciones parece que el enemigo a batir es la energía eólica, lo que es lamentable, dados sus beneficios ambientales, en término de emisiones evitadas de CO2, SO2 y NOx, o de generación de residuos radiactivos durante miles de años.

La colisión de algún ave contra un aerogenerador, no es nada comparada con los afectos de las lluvias ácidas y el cambio climático en la avifauna, por no hablar de otras especies y los propios seres humanos, efectos que la eólica ayuda a mitigar. La mortandad mayor en algunos lugares se debió a que a veces los parques están situados junto a vertederos o comederos de buitres. Las aves se acostumbran rápidamente a los aerogeneradores, y hasta las aves migratorias desvían su trayectoria.

En cuanto al paisaje, depende de gustos, igual que con los molinos de La Mancha o de Holanda. Afortunadamente Greenpeace y los grupos realmente ecologistas, junto a los sindicatos CC.OO y UGT, defienden el desarrollo de la eólica, minimizando, por supuesto, sus pequeños impactos ambientales.

Pero es que además la eólica se está desarrollando con un respeto para el medio ambiente que nunca se ha dado con ninguna fuente de energía. En Navarra, de los 72 emplazamientos posibles considerados inicialmente, se desecharon 50 por razones medioambientales, de forma que la propuesta inicial sólo contempló la implantación de 18 parques, quedando 4 en reserva, y lo mismo sucede en Cantabria.

En los parques eólicos se utilizan al máximo los accesos y las infraestructuras existentes, se evitan afecciones a la vegetación, se restaura la vegetación y se cierran los caminos de acceso a vehículos de motor, entre otras muchas actuaciones. La eólica apenas ocupa suelo (la ocupación real es de sólo el 1 por ciento de la superficie de los parques eólicos), es compatible con otros usos y es una instalación reversible, que tras su clausura devuelve al terreno su apariencia original.

Donde la demagogia llega a límites increíbles es en Cádiz. La eólica marina ni va a afectar a la pesca, ni al turismo, al contrario. Las plataformas eólicas son un auténtico refugio para los alevines y aumentan los recursos pesqueros. Y en cuanto al turismo, en primer lugar los parques no se ven, porque están a unos diez kilómetros de la costa, y en segundo lugar la experiencia real prueba que son una poderosa atracción turística.

Como recuerda la EGEA, instalar 100.000 MW en Europa ocuparía sólo un área de 8.000 Km, y el 99 por ciento de esta superficie seguiría disponible para pastos o la agricultura. Los 20.000 MW propuestos sólo ocuparían realmente 160 Km, menos del 6 por ciento del área ocupada hoy de forma irreversible por los embalses (unos 3.000 kilómetros cuadrados sólo en España).

La reducción del impacto ambiental del sector energético se logra de varias maneras. En primer lugar reduciendo el despilfarro y el consumismo, adoptando un modelo menos intensivo en energía. En segundo lugar aumentando la eficiencia y el ahorro energético. En tercero abandonando y clausurando las centrales nucleares al final de su vida útil, sin lugar a dudas la peor de todas las fuentes energéticas. En cuarto limitando, en este orden, la aportación del carbón, el petróleo y el gas natural, causa del cambio climático. En quinto, frenando la construcción de grandes embalses para producir electricidad, y los proyectos de monocultivos energéticos, que pueden tener graves repercusiones en la diversidad biológica, clausurando las plantas de incineración de residuos. Y en sexto, desarrollando la eólica, la geotérmica y todos los usos directos de la energía solar, como la fotovoltaica, la termosolar y la solar térmica, con el debido cuidado ambiental. La eólica es parte de la solución, no del problema.

Actualmente la capacidad instalada en el mundo supera los 120.000 MW, equivalente a unas 40 grandes centrales nucleares (para sustituir un megavatio nuclear hacen falta tres MW eólicos, dado que las nucleares funcionan más de 7.000 horas anuales y los aerogeneradores no suelen superar el 30% de disponibilidad).

En 2009 ya es competitiva la producción de electricidad con aerogeneradores eólicos de tamaño medio (de 1,5 a 3 MW) y en lugares donde la velocidad media del viento supera los 6 metros por segundo. Se espera que dentro de unos pocos años también la eólica marina llegue a ser rentable.

Los costes de la eólica, incluso sin considerar los ambientales, son ya casi competitivos con los de las energías convencionales. El potencial global de la energía eólica en el mundo es cuarenta veces superior al actual consumo eléctrico, incluso excluyendo todas las áreas con valor ambiental y en España en teoría se podría producir toda la electricidad con eólica, y abastecer a un futuro parque de vehículos eléctricos.

Los antieólicos sólo hacen el juego a la energía nuclear e impiden frenar el cambio climático, contribuyendo así a la pérdida de biodiversidad. Pero ante tanta tontería y tanta irresponsabilidad, va siendo hora de decir basta.

Jacobson ha realizado la primera evaluación científica cuantitativa de las principales soluciones energéticas que se han abordado o propuesto en los últimos años. No sólo ha evaluado su potencial para suministrar energía destinada a la generación de electricidad y para los vehículos eléctricos, sino también sus impactos en el calentamiento global, la salud humana, la seguridad energética, el suministro de agua, los requisitos de espacio, la fauna, la contaminación del agua, la fiabilidad y la sostenibilidad.

Sus resultados indican que las opciones a las que se les está dedicando más atención son entre 25 y 1.000 veces más contaminantes que las mejores alternativas disponibles.

"Las alternativas energéticas que son buenas no son aquellas sobre las que más se ha estado hablando. Y algunas de las que han sido propuestas son francamente espantosas", asevera Jacobson. "Los biocombustibles basados en el etanol causarán en realidad más daños a la salud humana, a la fauna, al suministro de agua y al uso de la tierra, que los combustibles fósiles actuales". El etanol también puede emitir más sustancias contaminantes de efecto invernadero que los combustibles fósiles, según los más recientes estudios científicos.

Las fuentes de energía que Jacobson encontró como las más prometedoras y con menor impacto ambiental son, por orden, la eólica, la solar termoeléctrica, la geotérmica, las mareas, las células fotovoltaicas, las olas y las centrales hidroeléctricas. En sus recomendaciones, Jacobson se pronuncia contra la energía nuclear, el carbón en cualquier forma, el etanol producido del maíz y el producido de la celulosa a partir de los pastos de las praderas. De hecho, encontró que el etanol de celulosa era peor que el etanol de maíz porque produce más contaminación atmosférica, necesita más tierras para producirlo y causa más daño a la fauna.

www.rsc.org/publishing/journals/EE/article.asp

www.stanford.edu/group/efmh/jacobson/EnergyEnvRev1008.pdf

www.stanford.edu/group/efmh/jacobson/

www.rsc.org/publishing/journals/EE/article.asp